Por suerte no del todo. Enrique, mi confidente y compañero de charlas en estas semanas de locura me ofreció su casa para esos días. Su casa y su apoyo, aguantando el tipo frente a mis subidas y bajadas. Nunca lo agradeceré bastante. ¡Su casa era el refugio de tantas cosas! Su casa y los lattes que compartíamos en Olas Altas. El ánimo y la energía cambiaban en un instante al grito de "Vamos al café"
En esos días me encontraba en el limbo y el presente estaba más ausente que nunca. ¡Qué duro! Me abandonó y sólo encontraba el pasado y el futuro incierto. No veía el momento de coger el avión y estar ya en Albuquerque. Las imágenes del pasado me taladraban el corazón y la mente constantemente.
En el entorno laboral del Spa tuve sorpresas que por suerte se deslizaron entre las rendijas de mis prejuicios y descubrí a algún corazón honesto que me ofrecía amistad y consuelo. Fueron bálsamos para mi día a día. Había mucho trabajo en el spa y no había momento para el retiro y el desahogo de las lágrimas que muchas veces se querían desbordar. No podía dejarlas salir y se deslizaban por mis mejillas durante los masajes. Me protegía la luz tenue y los ojos cerrados de los clientes.
Algunos días era insoportable aguantar el tipo, así que cuando dejé el hotel sentí mucho alivio y aunque también tenía mucho más tiempo libre para pensar y ser presa de la ansiedad, no tenía que esconderme y podía dar rienda suelta a mis pensamientos y emociones.
Pese a que fueron las peores semanas en el Dreams, por la gente que ya no estaba, por el ambiente tenso, etc... Tuve una bonita despedida de algunas personas y buenos augurios con los gerentes del hotel.
Por fin llegó el momento. Me encontré en el aeropuerto y sentía una excitación de viaje y descubrimiento que me llenaba el alma. Una excitación salpicada de tristeza y melancolía. Esa fue la tónica de los primeros días en Albuquerque, viviendo en un motel intentando encontrar una habitación asequible, agolpándose en mi cabeza las imágenes de hace un año. Cada momento tenía una correspondencia con el pasado y la soledad sólo aparecía con la peor de sus caras.
A la vez, Albuquerque me daba la bienvenida de la mejor de las maneras, con ese sol luminoso, ese cielo azul, esas nubes que constantemente platican y los enebros. Era mi estación favorita del Southwest, "el indian summer", esa temperatura cálida durante el día y ese fresquito por la noche en el ambiente seco del desierto.
La calidez envuelve a esta ciudad, donde sus gentes te sonríen cuando te cruzas por la calle, donde el paso se vuelve tranquilo y la mirada pausada.
Encontré casa aunque no me convencía demasiado. Vivía con tres tíos bastante freakies. Bueno, vivir es demasiado decir, compartía espacio, porque siempre estaban encerrados en sus habitaciones viendo la tele y atiborrándose de cerveza. No me daba buena vibra pero tenía mi propia habitación y un cerrojo en la puerta.
Tuve mucha suerte, porque en la primera semana de clases, una compañera, Laurie, mi hada madrina, me invitó a vivir a su casa. No le importó que sólo tuviera cuatrocientos dólares para pagar un mes y medio, teniendo en cuenta que no me conocía en absoluto, ni yo a ella. Pero al proponerme una visita a su casa para decidirme, yo ya lo estaba, el sábado noche en esa casa con los freakies me ayudó y ya el domingo fui a conocer mi próxima casa.
Era de ensueño, una habitación gigante con baño propio y una casa inmensa con muy buena energía. Un jardín donde tomar el sol y Ellie, una perra con la que juegas sí o sí, sólo tiene nueve meses y cuando te ve salta de alegría sin remedio.
Me sentía como si me hubiera tocado la lotería, aún me sigo sintiendo así, es mi refugio. Siento que puedo dejarme llevar por mis cambiantes estados de ánimo y dejar fluir toda emoción que necesite salida. Llevo un mes y poco con Laurie y es una compañera fantástica. La honestidad y el respeto es constante y vamos robando momentos de interesante charla sobre todo y nada. Una mujer con una vida intensa y repleta de experiencias.
En este entorno fue fácil relajarse. Las puertas se abrieron y cómo.
LAS CLASES DE CORE
¡Qué puedo decir! Cada día me levantaba y me postraba para dar las gracias. A cada momento se me saltaban las lágrimas por estar estudiando esta técnica, Core Synchronism, que es la técnica que siempre busqué y aquí, con la persona que la creó, Robert Stevens.
La descubrí en Barcelona donde sólo pude hacer el primer nivel y mi alma estuvo ya atrapada con la idea de hacer los cinco niveles restantes.
Cuando empezábamos cada clase, nos dábamos las manos y formábamos un círculo donde siempre se me saltaba una lagrimita durante la primera semana. De hecho, el primer día cuando me dispuse a pagar la mitad del curso con mis húmedos dólares de Vallarta (todas las propinas de los generosos gringos) sintiendo que todos esas limitaciones en mi masaje y los dolores de espalda valían la pena, me crucé por primera vez con el "maestro" y al preguntarme cómo estaba mientras me acariciaba la espalda, se me saltaron las lágrimas. Pensé, "¡Uf, lo que me espera!" Cuando me volvió a dirigir la palabra me preguntaba si iba a ponerme a llorar de nuevo.
Ya después de que mi emoción se calmara un poco, empecé a moverme como pez en el agua, mis inquisiciones iban creciendo a medida que mi inglés iba cogiendo confianza, tanto, que Robert cada vez que preguntaba "Any question?" y yo le hacía el ademán de que sí, sonreía para sí, preguntándose con curiosidad qué interrogante se me cruzaría hoy por la cabeza, qué paso pondría en questión. No está acostumbrado a que le pregunten por qué decidió esta cosa u otra, pero ya sabéis que necesito entender las cosas no creérmelas porque sí. Aunque este hombre es una persona muy inteligente, que me reta constantemente el intelecto y me replantea mis ideas sobre la curación y el movimiento de la energía. Me encanta, porque es un hombre muy intelectual pero a la vez muy espiritual. Con un humor fino e irónico que redondea con una personalidad cariñosa a la que notas muy cerca si la necesitas y a la vez respetuosamente distante.
Fue una primera semana increíble, rodeada de personas hermosas donde era un placer discutir, preguntar, aprender en definitiva. Todos eran profesionales pero se respiraba un ambiente limpio y humilde en aprender lo máximo de todos.
A partir de esa semana todo cambió en mí.
Me propuse hacer una limpieza física, mental y emocional. Hice un ayuno de cinco días combinado con unas esencias florales que el mismo Robert hacía y fueron unas dos semanas de constante depuración a todos los niveles. Un día estaba serena, al otro llorando por las esquinas, otro con una alegría y un optimismo que se desbordaba, hasta que lentamente noté como mi voz interna seguía con un volumen alto y la mente y el corazón se iban alineando con ella muy lentamente pero muy firmemente hasta ser una misma línea, el core.
Mientras esto ocurría, la gente me brindaba su belleza y yo iba sacando la mía, poco a poco, algo se estaba abriendo en mí y cada vez me era más fácil abordar mi inconsciente y cruzar al otro lado, al segundo anillo de poder.
Los miedos que me acompañaron toda la vida se esfumaban y crecía una confianza plena de que todo encajaba, me sentía contínuamente acompañada de mis guías y la gente me hablaba con franqueza de esas imágenes del otro lado.
Gente del pasado que volvía a iluminar un trozo del camino del presente. Miguel con su amistad franca, sin límites; Laurie con su comprensión y su humildad; Allyson, la escocesa que hace dos años vino aquí a estudiar y le cambió la vida, fue una cómplice de mis andaduras sentimentales; Alex, un joven hermoso de alma vieja con el que pude bailar contact en el parque y me acompañó en unos de los tratamientos más emotivos que experimenté; Elisabeth, una dulzura de persona y la promesa de futuras danzas juntas; Enai, un tipo enraizado que me ilumina y me guía por mi senda de autoconfianza en la curación y Ellen, que siempre me apoyó para venir aquí, con sus continuos emails de ánimo desde que pasé por primera vez por Albuquerque.
Y otras caras que me acogían y me acompañan en este proceso de aprender a escuchar mi voz en el segundo anillo de poder y andar con confianza, aceptando lo que venga y dudando lo justo para seguir el paso.
Estoy muy esperanzada y llena de alegría porque esta tierra es mi casa y me recuerda que todo está dentro de mí y me ayuda a irlo sacando, agrandando mi visión, mi percepción.
Aún sigo en el descanso entre cursos, en pocos días comienzo la segunda parte, los tres niveles restantes y me siento expectante porque ésto sólo es el principio.
LIBRE
hola tia,me gusta sentir esa energia k transmites,me haze entrar en un estado de paz y admirarte,te siento.en la perdida y el respeto,ahi te siento.solo en la libertad esta el verdadero amor,como meditar...soy angel,empiezo a crecer desde mi limite,y a encontrarme un poco mas,grazias por el regalo ke nos hazes,reza algo por mi si puedes,lo necesitare,pero estoy en paz.te keremos.ayer perdimos a basket dignamente.amor,armonia,paz
ResponderEliminarGracias M.
ResponderEliminar" veo que viajas, y cuando veo que tu carta viene de Toledo, siento todas mis ataduras y mi poca escasisima posibilidad de movimiento. Solo puedo moverme en un patio, que tengo mas recorrido que el dia...vivo, me limito a vivir una vida de preso contodas sus consecuencias..."
"Lo importante, que no hay nada importante, es dar una solución hermosa a la vida"
Miguel Hernández
Hola Antonia,
ResponderEliminaracabo de trobar el teu blog, no sé molt bé com hi he anat a parar, però m'he quedat atrapada en l'energia que desprens. He sentit les ganes de comunicar-me amb tu, d'agraïr-te aquest compartir des del cor. Gràcies. Porto un temps tocada per les pèrdues de la vida i m'està costant deixar-me fluir. Llegir-te m'ha posat en contacte amb les ganes de viure, amb el dessig d'aprendre i de gaudir de la bellesa de la vida. Gràcies guapa.