De todas formas aproveché el viaje para hacer un descanso en mi día a día y visitar a una muy querida amiga, Sara. De paso, disfrutamos del paisaje del desierto frente al mar y no negaré que observaba la zona como posible alternativa a Vallarta.
Los días pasaron plácidos y fueron un bálsamo.
Al volver, un sábado por la noche, me sorprendió la imagen de Vallarta, de nuevo a rebosar de gente, los antros abiertos y rugiendo con su música. Los coches hacían el tráfico lento y la mirada estaba entretenida en el tumulto que había a mi alrededor. La normalidad llegó a Vallarta. Y hoy entro de nuevo a trabajar.
De nuevo empieza la cotidianidad en este llamado "paraíso"
Empiezan las viejas rutinas y se forman otras, mientras poco a poco, el cielo se va haciendo cada día más sofocante, anunciando ya la temporada de lluvias.
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Mayo 2009 |
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