Esta mañana me levanté tarde, con muchas imágenes del sueño aún pegadas en mis ojos.
Imágenes que se fueron disolviendo a medida que iba despertando a la luz que entraba por la ventana.
Encendí el ordenador y buscando músicas que se habían mostrado entre sueños, aparecieron imágenes del pasado. Yo en diferentes lugares, algunos muy internos y me sorprendió mi reacción.
No sentía nostalgia, no extrañaba la sensación de estar allá, no sentía deseos de volver a esos lugares. La única sensación era... creo que soy incapaz de describir la emoción, es más, no era una emoción. Era un estado que abarcaba emoción, sensación, reflexión. Era yo en mi totalidad. Percibía que había estado allá con todo mi ser, y que ahora estaba aquí con todo mi ser contemplando la imagen. Una imagen mía pero pasada. Sin ninguna atadura en el presente mismo. Un estado de vida total.

En lo alto del Vignemale (Mis Pirineos)

En mi rincón favorito de la Costa Brava, Palamós.

En una pequeña cueva de mi Montserrat
Se cruzaron imágenes de otras personas entre las mías y las percibía conmigo y lejos de mí al mismo tiempo, porque eran imágenes del pasado. Pero en ese estado había una emoción que se hacía más dominante, el amor. El corazón me vibraba de amor. En una de ellas se cruzó Xavi y al ver su mirada me emocionó la belleza de su rostro, de su alma. Personas hermosas que me regalaron su belleza y que lo siguen haciendo sin límites de distancias o tiempo.
El quantum sigue muy presente.
Mis navidades aquí han sido tranquilas y reveladoras. Mostraron mi alma en cada detalle y mi presente en esta América soñada, imaginada y por fin vivida.
En mi azotea con Enrique
1 de enero con Víctor
El año que está por desarrollarse me saluda tranquilo y con esperanza. El atardecer que cada día se retrasa más y los fuegos artificiales del barco pirata en la noche, son las rutinas que me marcan el tiempo de mi vallarta personal. Entre acontecimientos mundanos y místicos vallarta me ofrece pura vida, puro aprendizaje, puro amor.
El requisito sólo es que no me aferre a ningún instante y que sea capaz de tener las manos abiertas en todo momento. Sin dejar de mirar al frente con el corazón también más y más abierto hacia el mundo. Sin barreras porque no existen en realidad. Sin fijarse en los detalles de la periferia, simplemente estar en el centro y ver que permanece inalterable.
Gracias, Vallarta