Donde hay amor no hay esfuerzo

domingo, 6 de junio de 2010

Novedades

La estabilidad de mi refugio sigue moviéndose, aunque en cada rincón encuentro personas hermosas y sorpresas. No es confortable pero estoy aprendiendo a relajarme en la incomodidad y sentirme en casa en cada nuevo lugar. Si puedo dormir y colocar mi pequeño altar, doy gracias a la divinidad.


Llego a la mitad de mi curso en la escuela. El recuento no puede ser mejor. Las notas, excelentes pese al estrés ambiental, pero con un precio.
Poco antes del break, la decepción, la frustración y las culebras estaban en mi plexo solar retorciéndose y gritando. Haciéndome llorar de impotencia e incomprensión, preguntándome, por qué estoy aquí y no en México, valió la pena tanto esfuerzo por reunir tanto dinero?
Al liberarme de las culebras, vi claramente que no vine sólo por la escuela, sino por la gente con la que me estoy cruzando y me está enseñando los patrones testarudos que no quieren abandonarme, pero ya se acabó mi paciencia y los arranco uno a uno, sin piedad, sin pena.
De nuevo doy gracias por estar aquí y por la fuerza que no me abandona en este camino.

El Amor entró en mi corazón de nuevo. Hace una semana y media que lo hizo, sin preguntar, sin llamar a la puerta, ni siquiera esperó educadamente en el recibidor. Entro directo a la cocina y al dormitorio.
Yo lo observé atónita pero no hice nada, no moví un dedo. Le dejé hacer y me encontré con otra persona frente a mí que hacía exactamente lo mismo que yo. Observar, sentir, dejarse llevar.
Amor, libertad, verdad, presencia, risa, música y danza, miedo... compartido, perfección, pasión, espiritualidad, honestidad, modestia, viejos patrones que se disuelven, belleza. Por todas estas razones estamos los dos en este lugar. Absolutamente confiados en que estamos en el lugar correcto.


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