


Después de la meditación dibujé este autoretrato. Fue una de esas meditaciones de la tierra que inicié con el curso de obsidiana. Siempre es muy especial estar en el interior de la madre tierra y sentir su amor. Cómo entra en mi corazón e ilumina mi caminar.
Pero esta vez fue un poco diferente. Sintiendo este amor noté como unas alas crecieron de mis omóplatos y mi corazón irradiaba más amor y sentí la llama triple prendiéndome por dentro.
Justo un día antes, mientras hablaba con Kale, sentí que estábamos en la misma habitación y que le masajeaba el cuello y él podía sentir mis manos. Una energía cálidad me impregnó y al acabar la conversación me puse a dibujar una ala púrpura, rosa preciosa y después del ala surgió mi cuerpo. Fijé mi atención en el lado izquierdo y vi que no había ala. Al preguntarme por qué, lentamente en la libreta fue surgiendo una ala tímida, poco a poco, aunque se veía más la silueta etérica, le costaba materializarse.
Inmediatamente después surgieron las alas de Kale y su cuerpo azul de energía de paz y calma absolutas.
Sólo sé que estoy bendecida por el momento que estoy viviendo, el lugar donde transita y por mis relaciones con seres angélicos que están viviendo cada uno a su manera esta experiencia humana.
Todos vosotros, con vuestros pasos, me hacéis abrir más la conciencia.
Sólo siento gratitud.
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