Me sentía cuerpo más que nunca y sentía su pérdida. La tristeza y las lágrimas me acompañaron todo el víaje. También las imágenes y las palabras con personas importantes que hacía tiempo no transitaba.
Al llegar al aeropuerto de México me sentí ilusionada por estar regresando a Vallarta y al ver a la gente sonreía y el corazón se alegraba.
Llegué a Vallarta y sentí que regresaba a casa y por primera vez desde que aterricé en esta ciudad, sentí que la amaba.
Desde que me fui no hubo apenas lluvias y justo un día después de aterrizar una tormenta ruidosa y luminosa apareció desbordándome hacia fuera y alejando la tristeza.
Ese mismo día era la boda de Abner y Rosendo y asistir me alegró el corazón. Una informal ceremonia llena de cariño y amor, la cual el dulce Abner dedicó a mí y a mi madre. Después siguió la fiesta con mucha charla y besos.
Fue un bálsamo para el corazón y de nuevo sentí que mi madre estaba conmigo y siempre lo estará.
Volví a sentir una gratitud y un amor inmensos por Vallarta.
La vida sigue y sigue dando a cada paso
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Junio y Julio 2009 |
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